viernes, 15 de enero de 2010

Desesperado...


Abrí los ojos de nuevo, no me podía creer donde estaba, la oscuridad, el olor desagradable, el polvo flotando en un haz de luz intrépida entre los tablones, el sentimiento de mi sueño, de querer escapar...no era un sueño. Estaba allí. Encerrada. Sola. Austada.
Palpé a mi alrededor buscando una salida, una señal, algo que me mostrase una manera de huir de aquel lugar.
Me rasgué la piel de las manos, la sangre brotaba de los rasguños y no podía parar de buscar desesperada una brecha por la que salir. Golpeaba las paredes con toda la fuerza que brotaba de mi indignación, del miedo, de las ganas de escapar... Gritaba, gritaba todo lo fuerte que me permitian mis pulmones, notaba mis cuerdas al borde de la extenuación, las lágrimas brotaban de la impotencia, la rabia...
No sé por cuanto tiempo permanecí en aquel estado. Tumbada en aquel odiado lugar soñaba con un lugar apartado, al aire libre, sola por voluntad...
Volví a incorporarme lentamente, notando el cansancio de mi cuerpo y mi alma, me arrastré hasta una de las paredes y palpé de nuevo la rugosidad de la madera. Di un pequeño golpe, seguido de uno un poco más fuerte. Esbocé una palabra de auxilio en un susurro, la enlacé con un grito ahogado...golpeé más fuerte, grité más alto...lloré, me desesperé de nuevo, perdí el control y todo se volvió borroso, tránsfuga de la realidad, desesperado...

jueves, 7 de enero de 2010

Una última vez...


Se quedó mirando a través del cristal. Estuvo un largo rato con la vista fija en algún punto a lo lejos, pensando sobre ella misma, su vida, lo que le rodeaba...
Había veces que no entendía porque siempre le daba tantas oportunidades a las personas que la decepcionaban por momentos, siempre veia el lado bueno y amable, y siempre entendía que hubiera una buena razón para todo. Ella misma no siempre se comportaba todo lo bien que quisiera, y no por ello actuaba con mala intención, aunque siempre guardaba las formas, eso siempre...
Pero esta vez estaba un poco perdida, todo el mundo a su alrededor intentaba que abriera los ojos, que viera que quizá por una vez debería enfadarse, decir que ya está bien, que se merecía un poco de consideración y respeto.
Se quedó allí, con la mirada perdida, intentando encontrar ese estado que la empujara a decir todo lo que se supone debe decir, pero no lo encuentra.
Quizá sean los demás los que se equivocan, y nada es tan grave como para enfadarse con alquien al que quieres...
No, por esta vez lo dejará pasar, pero sin olvidarlo, para que no se convierta en costumbre, porque tiene mejores cosas que hacer, y cosas en las que pensar, y porque no se puede permitir el lujo de perder más tiempo...
Una sóla vez, es la última.