miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sensaciones

Nos acercábamos al lugar, en los alrededores sólo se veían grandes extensiones de verdes prados, y árboles con colores de otoño, había llovido y el agua producía unos chispeantes brillos con los pequeños rayitos de sol del atardecer.
Me bajé del coche y sentí la fría brisa de diciembre, me subí el cuello del abrigo mientras cogía la maleta y me encaminaba hacia la casa.
No se oía ningún ruído, la tranquilidad reinaba a sus anchas por toda la finca, y un aura de paz rodeaba la casa color morado. Entré por un gran portal de madera que daba al antiguo alpendre, había un antiguo carro de madera a un lado, y al otro hatillos de paja donde dormitaba un gato siamés. Salimos al patio interior, rodeado del almacén, del gallinero y del antigo estanco del pueblo y la casa. La puerta de más de dos metros de las antiguas cortes, era un impresionante cuadro vanguardista de dos ángeles abrazados, uno amarillo y otro azul, el día y la noche, el ying y el yang, géminis...predecía un lugar lleno de magia, un lugar hecho especialmente a mi medida...
Un grupo de perras salió a saludarnos, dos grandes mastines y tres pequeñitas que no paraban de saltar. La casa estaba decorada con unos grandes dibujos de vacas muy simpáticas, a un lado, sobre el gallinero, se veía un antiguo hórreo precioso, y la zona de la pía y el horno de leña.
Llegamos a la zona de acceso a la casa, y abrimos la gran puerta de madera verde. Sentí el calor de la leira que se escapaba fugaz a nuestra entrada. Me inundé de sensaciones, de calor, de un sentimiento tremendamente acogedor, del olor de la leña, del sonido de la tranquilidad...
Era un contraste curioso, la máquina registradora antigua, con sus grandes botones y su manivela junto aun precioso y colorista cuadro vanguardista. Un poema en la pared daba la bienvenida al amor en sus versos, un gran libro lleno de buenos deseos de viajeros y visitantes, un pequeño puesto de feria lleno de artesanía en forma de pendientes, pulseras y llaveros. Miles de postales y fascículos informativos de la zona.
Salió a recibirnos una encantadora chica que nos enseñó los comedores y nos llevó hasta nuestro cuarto, o cuarto do banco, mientras nosotros no parábamos de observar todo a nuestro alrededor.
Unos techos altísimos, pardes de piedra de más de 200 años, adornadas con enormes cuadros que sólo invitaban a asombrarse de su increíble creatividad, a enamorarse de ellos y a sentirlos desde dentro...
Colecciones de pequeños objetos antiguos, mezclados con modernas figuritas de vacas, colores vivos en las paredes...un contraste con buen gusto...
Entramos en el cuarto, la cama cubierta con una colcha artesanal, llena de espejitos que reflejaban la tenue luz de las lámparas, la forja de su estructura para aguantar un dosel, el cuadro de dos amantes sobre el cabecero, color lila en las paredes, poemas escritos en blanco, teléfonos antiguos, juguetes de antaño y una preciosa mecedora junto a la ventana.
Dejamos las mochilas sobre la cama y recorrimos cada rincón de la estancia, saboreándolo todo, descubriendo cada detalle. La originalidad y alegría de cuarto de baño, color rosa con pared de manchas de vaca, un espejo de madera tallada y olor a flores que embriagaba los sentidos.
Me tumbé en la cama observando las vigas de madera del alto techo, escuchando la nada, emborrachándome de paz, de calor y de recogimiento.
Empezaban dos días de aunténtica relajación, de descanso, de olvidarse del ruido de la ciudad, del olor a contaminación y de estrés en nuestros caminos.
Empezaba la magia de la Casa de Baixo, del bosque animado, de la alegría que se siente a veces con los pequeños detalles...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Gris

*Mirad sin parpadear el puntito negro.
El color gris a ocupado el primer puesto, gris el cielo, gris el agua que cae en forma de lluvia, los charcos que reflejan el color de las calles, gris. Gris como el despertar del día, como la sensación de nada que me acompaña esta mañana. Gris el color que van tomando mis palabras, olor a gris en el aire, color gris en el sentimiento.
Hoy es un día más, sin ninguna pretensión, un día inadvertido y silencioso. Subida en los tacones de vértigo, para ver si más arriba hay otro color. No lo hay, hoy el gris es supremo. Bajaré de nuevo al suelo para empaparme bien de él, para hacerle creer que es más fuerte, que me ha vencido...
Mañana será del color que yo quiera, quizá color verde...
Cuando el gris se relaje al creerse mejor, pintaré el día de mis colores, de sonrisas y de miradas esperanzadas. Pintaré con pincel de plata colores de oro, pondré perlas de sonrisas y brillos de miradas...
El gris me gusta de vez en cuando, porque hace que me acuerde de pintar las calles con miles de colores...