viernes, 12 de junio de 2009

Espiral


Es una espiral...o un círculo. Yo creía que era un círculo, siempre lo mismo, pero no. Hay cosas que cambian, pequeñas cosas, pero cambian. Así que ya no es circular, nuestras vidas se han convertido en una espiral, que se estrecha, que se dirige hacia un punto en el que ya no hay retorno.

Cuentos para no dormir.

Dormía agitada, abriendo los ojos cada poco, sollozano, costándole respirar. Siempre lo mismo. Maldito insomnio. Estas pesadillas, mensajes, visiones que me hacechan cada noche. Fantasmas que velan los sueños. Un alma en transición

Ya no puede estar más perdida en aquella cama. Se refugia en el sofá, recorre con la vista las sombras que proyecta la luna. Se ilumina con la luz de un porro de marihuana. Conseguirá la hierba disipar sus miedos, su insomnio y su desdén?

Una nube densa cubre la estancia. Se tumba mirando al techo blanco. Imagina otra vida, idea un cuento de hadas, suspira por un puñado de tranquilidad. Ella que siempre quiso estar rodeada de gente, ahora sueña en perderse lejos de todos.

Cansada de soportar el peso que los demás ponen sobre ella. No se entiende, no sabe porqué no corta con todo eso que la agita. Porque no continúa con sus planes, con sus intenciones...

Echa la vista atrás y se ve siempre en la misma situación. Buscando la manera de sentirse viva. Siempre se complicaba, se rodeaba de gente que la hacía sufrir. Queizás así se sentía más humana. Cuando llora sabe que siente. Que vive.

...

La espiral se estrecha un poco más. La línea es más fina ahora. No tengo curiosidad por saber a dónde me lleva. Cerraré los ojos para no ver.

...

Abrió los ojos. Se sentía algo mareada y se arrastró como pudo hasta la cama. Se miró las manos, temblorosas, cansadas. Se incorporó y observó su rostro en el espejo. Su cara no era la misma, parecía más mayor. Todo cambiaba a su alrededor, y la estaba transformando en otro ser distinto.

Pensó si esto le gustaba o no. Quizás se convertiría en eso que todo el mundo espera de ella. Quizás así descanse. Quizás la dejen en paz.

...

La espiral avanza imparable. Veo cercano el final de la línea, sé lo que pasará. Lo presiento. Y es lo mejor.

martes, 9 de junio de 2009

Doña Nadie


Se resistía a dejar escapar una lágrima. No era el momento, no era el lugar...
Siempre encontraba alguna excusa para no dejar salir sus sentimientos. Ella siempre tan entera, siempre con su sonrisa, repondiendo siempre con un "estoy bien".
Los que la conocían bien sabían que no era verdad. Ella era una chica muy fuerte, luchadora y siempre se preocupaba de todo el mundo anteponiendo los problemas de los demás a los suyos propios; pero al mismo tiempo era tremendamente sensible, empática y con una inteligencia emocional muy fuerte. Y no estaba bien.
El último año había supuesto para ella un cambio importante, en ella misma sobre todo. A día de hoy, todavía estaba en proceso de cambio. Tenía que adaptarse a todas esas nuevas cosas, aceptar algunas que no le gustaban y respirar con las que le llenaban de vida.
A veces llegaban días como hoy. Días en los que de repente se encontraba con ella misma, con su vida, frente a frente y sentía unas ganas tremendas de llorar.
No quería, odiaba saber que muchas cosas no iban como deberían. Prefería pensar que sería pasajero, que encontraría la manera, que todo tiene solución y que llegaría el día en que se sentiría satisfecha con todo...
Sabía que no sería así, siempre habría alguien a su alrededor que le quitara esas ideas. Alguien que le recordara las miserias de vivir, lo difícil que es sobrellevar el día a día, alguien que le dijese que se acostumbrara, que la vida no te permite ser feliz...
Y ella sentía ganas de gritar, de llorar, de decirle a todo el mundo que se equivocaban, que ella era feliz a pesar de todo, y que todo el mundo podría serlo también, pero que se empeñan en pintar de negro cada centímetro de vida...
Y se callaba, estaba agotada de pelear con el mundo, se dejaba llevar, reprimiendo las ganas de llorar, aceptando que la vida es dura, difícil y que no se puede ser feliz siendo un don nadie.
Ella estaba orgullosa de ser Doña nadie.
Entre picores de nariz aguantando las lágrimas se le escapaba una sonrisa, sentimientos encontrados, llorar por el gris, el negro, por las dificultades y la desmotivación de vivir...y sonreir porque era feliz. A pesar de todo, apartando esos nubarrones que le llenaban de humedad los ojos, veía el valle, el verde, el azul, los blancos y rosas...todo estaba lleno de color. Las nubes se disipaban poco a poco y conseguía respirar. Miraba a los lados asegurándose de que nadie la veía sonreir, que nadie supiera que era feliz con todo lo que le estaba pasando. Que nadie sospechara que se sentía dichosa para que no le volvieran a tapar el valle...
Miró por la ventana, Doña Nadie era invisible a los ojos de la gente, insignificante en el cruce de caminos con las demás personas, pero ella se sentía grande, enorme en su soledad, se conocía y se sabía más llena de vida que cualquier otro Don nadie.
Aún sentía ganas de llorar, aún se reprimía, pero ahora, podía hacerlo con una sonrisa.