martes, 26 de mayo de 2009

Insomnio

Estaba sentada bajo la ventana, miraba al cielo nocturno intentando vislumbrar algún pequeño haz de luz. La oscuridad lo anegaba todo, parecía que el negro había absorvido por fin todos los colores de la tierra.
No podía dormir. Por alguna extraña razón, a medida que transcurrían las noches, cada vez dormía menos y se encontraba más cansada.
Seguía con sus quehaceres como si nada, pensando que en cuanto todo volviera a su lugar, ella podría volver a dormir plácidamente y recuperar sus ojos chispeantes y su vitalidad derrochadora de energías...
Pero el tiempo pasaba, y las cosas no volvían a su lugar, a pesar de que todos sus esfuerzos viajaban en el mismo sentido.
Miraba la noche perdida en sus pensamientos, intentando encontrar una explicación a su repentino insomnio. Ella, que siempre había dormido como una marmota, que le encantaba pasar las horas muertas retozando en la cama, durmiendo siestas interminables, riendose de sí misma por parecer un oso en invierno, pasando meses y meses en un onírico sueño... ella que siempre había dormido sin que nada perturbara sus noches, ahora era un ánima errante vigilando el sueño de otros...
Intentaba buscar algún color dentro de la negrura, intentaba saber porqué, pero todas las preguntas acababan en la misma respuesta... no lo sabía.
Echó un último vistazo por la ventana en un inútil intento de descubrir las pistas para salir del laberinto, suspiró desanimada y se metió de nuevo en la cama. Miró al techo con los ojos muy abiertos. Le temblaba la barbilla y le picaban los ojos. Una lágrima escapó tímida de aquellos dos faros nocturnos y se precipitó veloz por su mejilla para posarse en sus labios. Notó el sabor salado de la impotencia, y dejó abiertas las compuertas de aquella presa que le orpimía el pecho.
Lloró, lloró abiertamente, sollozando, respirando, sin secarse las lágrimas, dejó salir todo aquel torrente de cansancio, lloró y lloró sin parar hasta que las fuerzas la fueron abandonando...
Cerró los ojos intentando recuperar el ritmo de su respiración, hasta que se encontró sumergida en un mar de intenso azul.
Sentia como la marea movía su cuerpo a la deriva, escuchaba el eco del agua envolviendo su cuerpo y se dejó mecer por las olas, flotando boca arriba, respirando salitre y observando el azul del cielo...
Respiró y se dejó llevar por sus sueños...

lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti

Soledades
De "Poemas de Otros"

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo

sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en es sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo

los datos objetivos son como sigue

hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola

si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se vera un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente

después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad

conforme
pero
que vendrá después
de la soledad

a veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después
de la soledad.

viernes, 15 de mayo de 2009

El espejo


Y de repente se encontró sola frente a sí misma. Miró la figura que se reflejaba en aquel mar de plata, observando cada rasgo, cada matiz... intentando reconocer aquello que veía. Sí, era ella, era la de siempre...no entendía porque sentía que llevaba mucho tiempo sin verse...
La última temporada de su vida había sido muy difícil. Se dejó llevar por la ilusión y los sueños, se dejó guiar creyendo que las manos que la llevaban eran las que siempre había buscado. Pero demasiados viajes trepidantes habían hecho tambalear todo...

Se cayó, se golpeó fuertemente y se despertó sola. Fué cuando decidió asomarse al enorme espejo para saber si era ella.
Se miró los ojos. Se acercó todo lo que pudo al espejo intentando buscar los colores, el brillo, su niñez...
No podía reconocerlos, esos no eran sus ojos. Ahora eran grises, apagados y tristes. Pensó que le vendría bien tener algo de tiempo para sí misma. Estar sola y dedicarse a restaurarlos.
Compraría pinturas de colores, lazos, estrellas de purpurina, barnices brillantes...y pintaría unos ojos llenos de vida, de felicidad, de colores intensos, de sueños y verdades...

Pensó que ya estaba bien de equivocarse. Era hora de volver a tomar las riendas de su vida. No podía, ni debía, dejar de ser quien era. Porque esa era la niña que sueña, la que vive, la que ríe constantemente. Esa era la que siempre se siente feliz, la que siempre quiere estar rodeada de gente, la que disfruta con las pequeñas cosas...
Sí. Volvería. Lo tenía decidido, no iba a dejar que nadie más empañara su luz. No dejaría que nadie cambiara sus colores. No dejaría que nadie la hiciera sentirse poca cosa, inútil sin remedio... No quería seguir pensando que era una mente pequeña que no entendía nada. Que siempre molestaba con sus maneras, con sus palabras y sus silencios. No quería volver a sentirse un estorbo, un error de la naturaleza. No quería sentirse la culpable de muchas de las desgracias que él padecía, o la culpable de que no pudiera sentirse feliz...
En su vida había pasado por experiencias suficentemente duras como para saber que nada es eterno, que nada es lo que parece, que nada es demasiado importante como para perderse a una misma...
Hacía mucho que había entendido el sentido de vivir. Sabía que de nada servía lamentarse, y llorar. Sabía que no necesitaba nada, ni a nadie para ser feliz, porque la felicidad la llevaba de serie. Era parte de ella. Lo demás eran complementos que ayudaban a sobrellevar los baches.
Los días de tristeza, agobios, o problemas, no eran suficientes para callar su vitalidad. Su luz siempre brillaba a pesar de que sus ojos se empañaran de lágrimas...
Ella era así. Una mujer atípica. Una mujer que no sentía miedo al mirarse a un espejo. Porque a lo largo de sus grandes meteduras de pata en la vida, había aprendido a ser mejor persona. A valorar lo que tenía, a querer a las personas sin más... Incluída ella misma...
Eso no podía dejar que lo cambiase nadie, ni podía dejarse arrastrar por la negatividad y los colores apagados de otros.
Sentía que, en parte, había fracasado. Sentía que esperaban que ella los rescatase de sus vidas difíciles, sentía que no había podido sobrellevar todo el peso que la gente ponía sobre sus hombros... la compungía no haber sido capaz de hacerles ver lo bonito de vivir...
Pero nada se puede hacer con aquellos que no quieren ver, ni entender, ni dejarse ayudar...tenían que descubrir la vida ellos solos.
Ahora debía pensar en sí misma. Recuperar su alegría, sus amistades, su familia, recuperar los momentos de vida, volver a ordenar los cajones. Volver a tomar contacto con su pasado y su presente. Volver a fijar los pies sobre la hermosa tierra y mirar al frente con decisión.

Ahora observaba su imagen desgastada, sus ojeras reflejo de las noches de insomnio. Miraba como su piel lánguida mostraba una mujer alejada de la vida. Las arrugas de su rostro marcaban los devenires de una tristeza impuesta. Sus manos temblaban al sentirse culpable de pensar en ella sola.
Intentaba controlar sus deseos de dar lo poco que le quedaba a los demás...no, no podía hacerlo. Ahora tenía que ser egoísta y pensar sólo en ella. Recuperar su energía para volver a ser fuerte.

El espejo se hizo más pequeño, tomó un ligero color azulado y ella sonrió. Hoy es mañana. Hoy empieza una nueva etapa, llena de luz y vida, sobre todo vida...

martes, 12 de mayo de 2009

El sitio de mi recreo


Donde nos llevó la imaginación
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos

Donde se creó la primera luz
germinó la semilla del cielo azul
volveré a ese lugar donde nací

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo
De nieve, huracán y abismos
el sitio de mi recreo

Viento que en su murmullo parece hablar
mueve el mundo y con gracia le ves bailar
y con él el escenario de mi hogar.

Mar bandeja de plata, mar infernal
es un temperamento natural
poco o nada cuesta ser uno más.

De sol, espiga y deseo
son sus manos en mi pelo
De nieve huracán y abismos
el sitio de mi recreo,

Silencio, brisa y cordura
dan aliento a mi locura
Hay nieve, hay fuego, hay deseos
allí donde me recreo

(Antonio Vega)

lunes, 4 de mayo de 2009

Azul de verano


Parecía una tarde de esas de julio, con el sol quemando el asfalto, las calles vacias de gente, silencio, gotas de sudor resbalando por la espalda, y ni una brizna de viento que moviese el aire...
Decidimos alejarnos de la ciudad, y acercarnos al sol, al cielo, alargar las manos para poder llenarnos de verano. Subimos a lo alto de un monte cercano, desprovisto de arboles, pero lleno de verdes prados. Aparcamos el coche y continuamos el ultimo ascenso a pie, hasta llegar a un pequeño claro entre los desniveles de la montaña. Allí colocamos una mantita en la que descansar. Me quité los zapatos y dejé que mis pies se acostumbraran al tacto de la verde hierba. Esa sensación que te llena de vacaciones estivales, la alfombra natural, el calor, el azul intenso, el sonido de los grillos, la falta de movimiento...
Me tumbé mirando al cielo. No había nada que interrumpiera mi visión de la inmensidad añil, oia el zumbido de las abejas recolectando a mi alrededor, los grillos como orquesta sinfónica y el sol tostando mi piel.
Decidiste poner música a aquel dibujo veraniego, sonó una canción perfecta para el momento, te tumbaste a mi lado y me acompañaste en el silencio. Notaba el calor añadido de tu cercanía y en vez de separarme para dejar que el aire me refrescara, sólo me apetecía pegarme más a ti. Masoquismo de verano. Ganas de extasiarse de calor...
Pintamos de color azul todo lo que nos rodeaba, la hierba, las flores, las rocas, nuestros cuerpos... y el futuro que imaginamos juntos. Azul, mi siempre azul.